"El avaro carece tanto de lo que tiene como de lo que no tiene"
Se cuenta de un hombre avaro que fue llevado ante la justicia por usurpación. la juez le dio a elegir entre pagar veinte monedas de oro, recibir treinta latigazos en la espalda o comerse cuarenta cebollar crudas. Eligió comerse las cebollas, pero cuando llevaba cinco, llorándole los ojos y con un ardor en el estómago que le parecía un volcán, pidió los latigazos. No bien había recibido diez suplicó pagar las monedas. Y así fue cómo la juez, buena conocedora del carácter del ser humano, hizo que él mismo, por avaro, se aplicase los tres tipos de castigo.
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